«Supongo que vamos a tener que hacer muchos skype durante este tiempo»

Así arrancaba una de mis charlas con mi hermana, la mamá de mi ahijado. Si hay una cosa a la que estoy muy pegada es a mi familia, aunque sea la más rebelde e independiente, y a veces parezca que no me importa la verdad es que si, me importa mucho aunque no sea demasiado demostrativa. La verdad, va a ser difícil despegarme de ellos, pero estoy en una etapa de aprendizaje, así que también voy a tener que aprender a hacerlo.

Gracias a Dios poseo 4 hermanas mayores maravillosas (acá va el chiste obligado: ¿Cinco mujeres? ¡Pobre de tu papá!) que aunque ellas también tienen sus miedos y sus recelos me dieron alas para emprender esta aventura. Sin ellas no sé si me hubiera animado… aunque intentaron retenerme haciendo chantaje emocional (¿te vas y dejás a tus sobrinos?) me apoyaron en mi decisión y me dieron un lugar para volver si pasara algo (¡Si no te gusta te volvés!) 

La unión hace la fuerza, y gracias a Dios la unión que tengo con mi familia me hace sentir única, amada, especial. Tenemos nuestras diferencias como cualquier persona, pero eso no quita que nos hayan enseñado una valiosa lección: te guste o no te guste, es tu hermana, la que te tocó y la vas a amar. Pero no lo vas a hacer porque yo lo digo, sino porque te nace, porque viviste y te criaste con ellas, y al fin y al cabo la familia es lo que queda cuando los demás fallan.

Nosotros siempre nos cargamos y decimos que mantenemos las costumbre de familia grande gallega o italiana, siempre nos juntamos para los cumpleaños y fechas importantes. Aunque ahora es un poco más difícil ya que todas mis hermanas están casadas y tienen doble familia con la que cumplir además de sus obligaciones, siempre encontramos el tiempo para poder ponernos en contacto y seguir manteniendo esta hermosa relación. Estoy agradecida de haber podido aprender esta lección tan valiosa de lo que significa la unión familiar, y además de ponerla en práctica cada día. ¡Amo a mi familia!