De los tres monumentos que conocí, este último es mi favorito y el que visité siempre que anduve por Barcelona (siempre, bueno… un par de veces. Literales. Dos.)

La Sagrada familia es… no sé como describirla. Es la sencillez y la complejidad. Lo simple y lo recargado. La tradición y el modernismo. Me encanta el contraste del interior con el exterior, ¡me podría pasar horas mirando cada detalle! Se ve la verdadera dedicación y amor que le tuvo Gaudí a esta obra, en la que estuvo trabajando en el momento de su trágica muerte, y la cual se continúa luego de este suceso… ¡a pesar de que se comenzó en 1884 aún no está terminada!

Realmente fue difícil retratar esta basílica. No sé si hablar de mis sentimientos con respecto a ella porque son muchos… Lo que sí tengo por seguro que es un lugar al que volvería una y otra vez. Creo que para poder tomar apenas un poco de su esencia con mi cámara debería tomar miles y miles de fotos, y aún así no alcanzaría para poder cubrir tanta belleza. En este post solo voy a subir tres fotos, que representan mis partes favoritas. Me gustaría dejarlos con la intriga y que vayan a vivirlo por ustedes mismos, si alguna vez tienen la experiencia. Lo que sí me gustaría, ¡es verla completa alguna vez!

Fue bajarnos del bus en la plaza de enfrente y ver esta imponente belleza. Sé que no se ve tan bien con todas las grúas alrededor, pero se verá aún más hermosa cuando esté terminada (¡y qué más decir sobre el precioso día que nos toco, gracias a Dios!

Hete aquí mi parte favorita: los ventanales: Reflejan luz y color dentro de toda la Basílica, lo que le da mucha calidez a pesar de la gran altura del edificio. Los colores y las formas de los vitró te mantienen atrapado durante horas, ¡la forma en que están confeccionados es magnífica! Mis favoritos: Los que tienen tonos de azul 🙂