España es, definitivamente, uno de mis lugares favoritos en el mundo. Cada región que he conocido hasta ahora, sea en el norte, en el sur, en el oeste o en el medio, tiene un paisaje distinto, distintos colores y distintas celebraciones pero hay algo que los une, y es la calidez de los españoles. En este caso tuve la oportunidad de vivir la fiesta de las Cruces en Granada, de la cual les voy a hablar.
Después de 5 horas y medias en bus desde Madrid (Gracias a Dios, los buses españoles no se parecen ni un poco a los argentinos, ¡así que pude dormir plácidamente!) llegamos a la terminal de Granada. Después de ir a la casa de mi amiga quién será la guía de este trayecto y desayunar pan con aceite y tomate (¡todo un descubrimiento para mí!) fuimos a dejar todas las cosas al hostal y luego a dar un recorrido por esta preciosa ciudad.
Primero les voy a contar un poco de qué se trata la fiesta de las cruces:

En la actualidad, se conservan muchas de estas tradiciones, entre ellas la de colocar en algún lugar del altar un «pero» (así se llama en Granada a las manzanas golden) con unas tijeras clavadas, para que no se pongan «peros» a la Cruz. De esta manera, se advierte que no deben hacerse críticas al decorado de la Cruz. (el «pero» se debe al: «Está muy bonita, pero…» haciendo alusión a las críticas)
A lo largo de la historia la fiesta ha sufrido distintos altibajos, con su casi desaparición tras la prohibición de pedir dinero para las cruces en 1883. Gracias a que la tradición se mantuvo en el ámbito privado durante muchos años, empezó a resurgir a partr de 1924 con la convocatoria por primera vez de un concurso de altares por parte del Ayuntamiento, y fue reinstaurada definitivamente en el calendario de la ciudad como un día grande a partir de 1964.
Como la historia se repite, una vez más la fiesta entró en declive hace algunos años, en los que el Día de la Cruz se convirtió en una oportunidad para celebrar macrobotellones, convocados a través de sms y redes sociales. Debido a esto, el Ayuntamiento de Granada prohibió hace 6 años la instalación de barras y música en todas las cruces.
Los granadinos se quedaron así sin una parte de su fiesta, pero siguen buscando fórmulas para vivir esta celebración como empezó hace ya casi 400 años: cantando y bailando en torno a la Cruz.»
Lo que pude ver yo es un ambiente muy alegre, gente paseando en las calles con sus trajes de gitanos (¡me quería traer uno para mi sobrina!). Me dio mucho gusto pasear entre las calles decoradas e ir recorriendo las cruces. Creo que le agregó más sentimiento y sabor granadino a mi estadía. Así que si tienen la oportunidad de visitar Granada en Mayo, ¡no se lo pierdan!