Hace semanas que estoy en silencio absoluto en cuanto al blog, y todo lo que tiene que ver con la escritura. Hace semanas, meses que no puedo sentarme a escribir, ni siquera relatar los hechos que me pasaron en el día. Hace semanas que vengo luchando con mi depresión, la cual se está haciendo más fuerte. ¿Por qué? Porque no puedo aceptar el ahora y ser feliz con lo que tengo en este momento.
Me han pasado muchas cosas en estos meses de silencio, y una de mis grandes crisis es ver que todos a mi alrededor siguen viajando mientras yo sigo acá, sintiéndome presionada y luchando en una ciudad que no me gusta y que hasta ahora no me da ninguna satisfacción. Siento también a mi alrededor la insatisfacción y el estrés general: gente que volvió de un viaje largo y le está pegando el shock cultural inverso (donde todo es igual pero distinto) personas luchando por escribir «ese» libro que tienen que escribir porque todos les dicen que lo hagan. He leído libros de personas escribiendo hechos sin alma, solo por aprovechar esos 15 minutos de fama. Personas estresadas por meterse en ESE trabajo de sus sueños. Veo personas soñando con volver a casa cuando están viajando y veo personas desesperadas por viajar cuando se quedan en casa. Después de volver de Australia me sigue la fatídica e inmediata pregunta: «¿Y ahora a dónde te vas?» Tal vez no me vaya a ningún lado por ahora, aunque tenga proyectos en el futuro. Mirada incómoda. «¿Y qué vas a hacer?» Porque si no tenés la vida típica de un viajero tenés que volver a amoldarte a la vida normal, no podés estar en el medio sin sentirte culpable.
No sé qué voy a hacer todavía. Y eso también está bien.

Después de todo, la vida es una fiesta… y nosotros elegimos qué clase de música pasar.
Uno de los disparadores de esta entrada es lo que estuve viendo en las redes sociales mientras buscaba inspiración para volver a escribir. Gente que te presiona por viajar, porque ¡¿Cómo te vas a quedar en tu casa?! intentando vender formulas mágicas que hacen que te conviertas en un entepreneur en poco tiempo, te prometen que serás millonario y en dos meses estés en una reposera en Maldivas con un daikiri en la mano. Que quedarte en casa está mal. Que si no viajás no sos nadie. A ver quién va por el camino más extraño, al lugar más peligroso, el que come lo más exótico, quien tiene más experiencias. Más. Siempre más.
De golpe me saturé por tanta información y me sentí mal. Necesité alejarme del mundo de los blogs, de las redes sociales, de todo. Seguí manteniendo las redes personales que de vez en cuando también me afectaban. Pero hoy… pensando, poniendo mis ideas en orden me di cuenta de una cosa.
Esta vida no es una competencia con el de al lado por ver quién se casa primero, quien se compra primero la casa, quién recorre el mundo antes, quién se hace millonario, tiene el mejor auto, tiene más sellos en el pasaporte, quién escribió más libros, quién tiene más seguidores en Instagram… no.
Mirando hacia atrás me di cuenta de que empecé a tener ataques de ansiedad cuando dejé de hacer lo que realmente me gustaba por intentar cumplir con las expectativas del resto. Toda esta ansiedad se acumuló por casi dos años e hizo que últimamente quisiera dejar mi blog hasta estar a punto de eliminar todo mi trabajo hasta ahora… como esto es un proceso y todavía me estoy recuperando, aún tengo mis recaídas. Muchas veces lloro y me da ansiedad cuando me presionan o se burlan de mí por no tener pareja estable o hijos (sí, porque todavía queda de esa gente), todavía me siento mal cuando veo que estoy pisando los 30 y siento «que no logré nada» de lo que se supone que debería lograr. («V» terminó su segunda carrera, «W» ya es gerente de gerentes, «X» se compró una casa, «Y» se casó, «Z» es más joven que vos pero va por el segundo hijo… ¿y vos?) Y yo…

En el momento de la foto estaba en Cairns (Australia) a punto de irme al sudeste asiático. Dos horas después de la foto y luego de pasar por un ataque de ansiedad me di cuenta que no era eso lo que quería, cancelé todo y volví a Argentina.
Honestamente, es difícil de pararse a pensar qué queremos para nosotros mismos en una era donde podemos ver lo que hacen los demás a cada segundo de sus días, donde la vida del resto parece perfecta y llena de sonrisas que nos hace sentir insatisfechos. Es difícil, pero si no empezamos a escucharnos a nosotros mismos nos enfermamos. Cuando más querés hacer lo que todos hacen sin pensar en vos, es cuando más te perdés. Es difícil para mí ver cómo algo que debería ser tan liberador, abridor de mentes, como viajar (por ejemplo) se vuelve en algo que se tiene que hacer.

Se puede viajar de muchísimas formas. Esta es nuestra manera de volver a Galicia cada año.
Todos somos distintos. Todos tenemos nuestro ritmo. No hay que sentirse presionado por nada. Hacé lo que quieras. Si estás recolectando mangos en Australia, sufriendo porque no es lo que esperabas y tenés vergüenza de cambiar de escenario por el qué dirán…. ponete a vos primero y probá por otro lado. Si preferís primero trabajar y comprarte tu techo, para luego salir de viaje… ahorrá y hacé la compra con alegría. Si te anotaste ese curso mágico para hacerte empresario en 5 semanas y sentís que no es lo tuyo (aunque ya lo compraste, y ya le dijiste a todos que te ibas a convertir en millonario) no lo termines. Si querés hacer ese mismo curso mágico porque sentís que es lo correcto… también. Hacé lo que quieras. Si siempre soñaste con viajar a Finlandia pero no te animás porque tenés miedo… armate un plan y hacelo. Si siempre soñaste con hacer paracaidismo pero nunca fuiste porque no querés ir solo, inhalá, exhalá y anotate.

Si nunca me hubiera animado a viajar sola, jamás hubiera conocido la casa donde nacieron mis abuelos. (Galicia, España)
Hacé lo que quieras. Animate a probar. No tengas miedo de dejar algo o decir que no a lo que no te gusta. No te obligues a hacer lo que hace el resto. Y todo lo que hagas, si lo vas a hacer, hacelo con pasión. Hacelo con ganas. Y hacelo porque querés. Es la única forma de volver hacia nosotros mismos y sentirnos satisfechos con el resultado.
Si querés viajar, viajá. Si querés quedarte, quedate. No tengas miedo. Tu vida es tuya. ¡Hacé lo que quieras!
Hellooooo!!! Finalmente comento 😊 hermoso y cierto todo esto. La vida en sí es un regalo. A disfrutarla, cada uno a su manera. 😚😚😚
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tal cual!! Gracias por comentar ❤
Me gustaMe gusta
Preciosa entrada Pau! muy emotiva y cierta…
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias Nata!! ❤
Me gustaMe gusta
Se me piantó una lágrima leyendo este post. Hermosa entrada, Pau… ahora me voy a llorar a un rincón… jajaja.
Me gustaMe gusta
noooo no llores!!! La idea era hacernos pensar nomás! jajaja
Me gustaMe gusta
Estoy y no estoy de acuerdo. ¡Mucho ánimo, Paula! Sigue adelante
Me gustaLe gusta a 1 persona
Muchas gracias!!!
Me gustaMe gusta
Quizás alguna de las entradas de mi blog te interese
Me gustaMe gusta
Te leía y me veía a mi hace un tiempo cuando todos eran contadores, médicos y abogados y yo no sabía (ni lo sé ahora) qué hacer con mi título. Aprendí que Dios nos va guiando siempre y que nos da señales de lo que quiere de nosotros y de lo que es lo mejor para nosotros, lo que pasa es que todos somos diferentes y nuestros caminos también, pero confiá y quedate tranquila, que esto por lo que estás pasando es un momento de aprendizaje y autoconocimiento, no desesperes, todo a su tiempo.
Eclesiastés
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
4 tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Tal cual, así es… y muchas veces es difícil oir esa voz porque hay muchas cosas que nos gritan pavadas alrededor! Y por eso es importante tomarse el tiempo para poder encontrar lo que uno realmente quiere hacer!
Me gustaMe gusta